Códigos de ética para la investigación científica: ¿De dónde salieron?

El grado de sensibilización en cada disciplina, [institución] y país, DEPENDE DE la tradición, el asociacionismo, la reputación y el grado de internacionalización de las revistas – y plataformas – de cada campo científico.

Rosario Rogel (2023)

A lo largo de la historia de la ciencia –hablando específicamente de las Ciencias Biológicas y de la Salud– ha habido una serie de grandes descubrimientos que han impactado en nuestras vidas en más de una forma y ocasión. Pero, un lado poco conocido de estos descubrimientos esconde el hecho de que la forma en que se llegó a ellos fue –en muchos casos– poco ética (según lo que llamamos ética en el siglo XXI) y, en otros cuantos casos, un crimen totalmente premeditado.

Por esta razón ciertos organismos gubernamentales propusieron, en diferentes países y en diferentes momentos, una serie de códigos, leyes y reglamentos que tienen como principal propósito moderar los procedimientos que involucran a sujetos experimentales (p. el. seres humanos). Algunos de los documentos más relevantes son los siguientes:

Normas Prusianas – En el año 1900 el gobierno Prusiano promulgó una serie de normas dirigidas a la experimentación en humanos con nuevas herramientas terapéuticas, resaltando la importancia del consentimiento, la proporción del riesgo/beneficio y la necesidad de estudios previos en animales. Este es el llamado Código ético de Berlín (Normas Prusianas).

Código de Nüremberg – Los excesos exhibidos por los experimentos realizados por los médicos nazis durante la Segunda Guerra Mundial motivaron la elaboración del Código de Nüremberg en 1948, en que se establecieron las “Normas éticas acerca de experimentación en seres humanos”. Entre los puntos de este código destaca la regla de que el consentimiento voluntario de los sujetos es absolutamente esencial para cualquier procedimiento.

Declaración de Helsinki – En 1964, con el respaldo de la Asociación Médica Mundial se creó la Declaración de Helsinki, que propone los principios que deberían regir la investigación médica en seres humanos con fines diagnósticos o terapéuticos.

Informe Belmont – Se redactó en 1968, similar a los principios de la declaración de Helsinki, habla sobre los “Principios éticos y guías para la protección de los sujetos humanos en investigación”. Este Informe fue elaborado por el Departamento de Salud, Educación y Bienestar de Estados Unidos de Norteamérica.

Normas CIOMS – Además de los ejemplos mencionados, existen diferentes normativas internacionales que abordan los aspectos bioéticos de la experimentación con seres humanos, entre los mas conocidos están las Normas CIOMS (Council for International Organizations of Medical Sciences) que son pautas éticas de reconocimiento internacional para la investigación relacionada con la salud.

Tenemos el derecho y el deber de hacer un experimento en un ser humano, cada vez que ello pueda salvar su vida, curarlo o beneficiarlo. La moralidad médica consiste en nunca realizar un experimento que podría ser dañino para el hombre, aunque el resultado sea de alto valor científico o útil para la salud de otros.

Claude Bernard (1895)

Todas estas reglas se crearon como respuesta a ciertos hechos/procedimientos que no fueron del todo “correctos” pero, ¿cuáles fueron esos sucesos que provocaron la necesidad de hacer reglas que acompañarán, moldearán y hasta limitarán los procedimientos en el quehacer científico?

Pedazos de historia un poco tenebrosas

A continuación, se mencionan cinco muy sonados y relevantes casos. Aclarando que, tristemente, no son los únicos.

Sin entrar en muchos detalles, uno de los casos más conocidos fue el del Dr. Edward Jenner, quien a finales del siglo XVIII desarrolló la vacuna contra la viruela, que en ese momento era una epidemia en Reino Unido. Aunque el descubrimiento de la inoculación, que es el fundamento de este descubrimiento, tiene una historia anterior a Jenner, sin duda se ganó el mérito por los resultados exitosos de sus experimentos y por la difusión que tuvo en la sociedad. Pero lo discutible aquí fue que Jenner hizo la experimentación directamente en humanos sin advertirles de los efectos adversos que un agente patógeno podría provocarles, situación por la que recibió diversas críticas y por la que ha sido clasificado como un hecho poco ético.

Una historia similar proviene del desarrollo de la vacuna contra la rabia. El famoso científico Louis Pasteur probó la inoculación en animales, consiguiendo éxito al final de varias pruebas y errores; pero, la experimentación en humanos no fue un evento planeado, fue casi fortuito. Al llegar a su puerta un niño que había sido mordido por un perro rabioso, Pasteur decidió inyectarle la vacuna con todos los riesgos que esto implicada. Como resultado de esto el niño no desarrolló la enfermedad, así que no hubo consecuencias que lamentar, sin embargo, esta decisión ha sido criticada en varias ocasiones a lo largo de la historia.

En el otro extremo de la historia se encuentran casos como el de los Experimentos de Vipeholm en el que un grupo de odontólogos suecos “trataron” durante dos años –y sin ningún consentimiento– a un grupo de pacientes psiquiátricos, dándoles alimentos con alto contenido de azúcar e incluso inyectándoles azúcar, para probar la teoría de que el desarrollo de caries en los dientes estaba directamente relacionado con el consumo de azúcares. Los médicos observaron cómo se desarrollaba la caries en la dentadura de los pacientes, pero nunca los trataron contra este mal.

O el famoso y triste caso conocido como el Experimento de Sífilis de Tuskegee, en el que un grupo de médicos estadounidenses reclutaron a alrededor de 600 hombres de origen afroamericano enfermos con sífilis, con la promesa de darles tratamientos y cuidados para su enfermedad. Sin embargo, la verdadera intención de los médicos era evaluar el desarrollo/progreso de la enfermedad en ausencia de tratamiento.

Este experimento fue realizado entre 1932 y 1972, período en el que, en otros estados se avanzó en el desarrollo de una cura a la enfermedad. A pesar de esto, el estudio siguió bajo las mismas condiciones, pues la intención era ver los efectos de la enfermedad en etapas terminales. Finalmente, el estudio fue cancelado en 1972, después de hacerse público a través de los periódicos y gracias a que la sociedad protestó por este hecho atroz. El último de los pocos sobrevivientes de este hecho murió en Estado Unidos en el año 2004. Hace apenas 19 años.

Finalmente mencionaré la serie de experimentos infames realizados por mandatarios y médicos nazis durante la Segunda Guerra Mundial, en los que prisioneros de guerra de los campos de concentración fueron los conejillos de indias para probar diversos tratamientos. Entre ellos, hubo prácticas en las que herían a los prisioneros y luego buscaban las formas más efectivas para curar las heridas, o para tratar enfermedades infecciosas como la malaria. También probaron el efecto de venenos empleados en la guerra química. Algunos otros prisioneros fueron forzados a permanecer en ambientes a temperaturas bajo cero o en cámaras de baja presión para saber cómo tratar la hipotermia o para evaluar el efecto de la altitud en los pilotos alemanes, todo esto con la intención de recabar información para ayudar al personal militar alemán que se encontraba en el frente de combate, pero también, con el objetivo puro de acabar con los prisioneros, que representaban una “raza inferior”. La mayoría de los prisioneros que fueron víctimas de estos experimentos murieron o quedaron afectados de por vida.

Después de este breve repaso de hecho históricos, espero que ustedes amigos lectores hayan entendido por qué fueron y siguen siendo necesarias las pautas para llevar a cabo investigación y experimentación con seres humanos (y también en animales).

Y, finalmente, quisiera agregar una última idea. Estas normas, además de marcarnos el camino “correcto” y ponernos ciertos límites, también nos liberan de los problemas de la subjetividad, esa característica tan nuestra que provoca que todos tengamos una opinión diferente del mismo tema o situación. Porque, ¿qué tanto es tantito? Lo que hizo el Dr. Jenner estuvo mal, pero, ¿qué tan mal? Pues, por fortuna, no tenemos que preocuparnos demasiado por dar la respuesta correcta. Los códigos de ética en la investigación lo pueden hacer por nosotros.

Literatura relevante para lectores curiosos:

Kottow, M. (2006). Bioética e Investigación con Seres Humanos y en Animales. http://bibliotecadigital.mineduc.cl//handle/20.500.12365/17855

Ocampo, M., J. (s. f.). El Código de Nuremberg. El Código de Nuremberg A 50 años de su promulgación. Recuperado 17 de abril de 2023, de http://www.facmed.unam.mx/_gaceta/gaceta/nov2597/codigo.html

Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos • Council for International Organizations of Medical Sciences. (2016). Recuperado 17 de abril de 2023, de https://cioms.ch/publications/product/pautas-eticas-internacionales-para-la-investigacion-relacionada-con-la-salud-con-seres-humanos/

Quezada, A. (2020). Los orígenes de la vacuna. Revista Médica Clínica Las Condes, 31(3), 367-373. https://doi.org/10.1016/j.rmclc.2020.07.002

Sierra, X. (2011). Ética e investigación médica en humanos: Perspectiva histórica. Actas Dermo-Sifiliográficas, 102(6), 395-401. https://doi.org/10.1016/j.ad.2011.03.016

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