La cura de la enfermedad

Por Andrea Gutiérrez-Velásquez

La cura de la enfermedad

Hace poco tiempo me enteré que mi padre tiene cáncer. Por supuesto que ha sido una noticia desoladora; un hecho desafortunado, pues sabemos que no existe una cura para que una enfermedad de esa naturaleza ceda de la noche a la mañana.

Desde entonces, hasta ahora, se han requerido innumerables tratamientos, medicinas, cuidados, quimioterapias, no para remitir la enfermedad, sino al menos para controlarla.

Fue en medio de este proceso que empecé a cuestionarme:


¿Por qué aún no existe una cura inmediata e infalible para el cáncer, o para muchas otras enfermedades devastadoras?

¿Por qué la humanidad aún no cuenta con una cura contra el SIDA?

¿Por qué las industrias ponen a la venta un sin fin de medicamentos que muchas veces ni siquiera ayudan a controlar un malestar?


No quiero decir que la medicina no haya avanzado pero, ¿por qué en ciertos aspectos pareciera que sus desarrollos se estancan infinitamente?

Con certeza son preguntas que nunca podré responder, pero esto me dio pauta para hacer una reflexión más concreta sobre lo que podría pasar. Incluso, tal vez, estas preguntas jamás tendrán respuestas porque ciertos actores pueden impedir el desarrollo de mejoras en avances médicos y tecnológicos, para obtener beneficios propios o de grupos.

Esto fue lo que me vino a la mente al revisar la propuesta de la llamada Teoría del Actor Red, propuesta por Bruno Latour (2008). Él afirma que la sociedad está hecha no de seres humanos, sino de relaciones, y que su análisis consiste en rastrear nuevas asociaciones y estudiar el diseño de sus componentes (conectores), donde pueden intervenir entidades no-humanas.

Pienso que lo que nos está diciendo Latour es que, por ejemplo, en el caso concreto del desarrollo científico-tecnológico en torno a la medicina, no es que tengamos por un lado actores (médicos, químicos, pacientes, cuidadores) y por otro artefactos técnicos (medicamentos, máquinas, microscopios, laboratorios); sino que ambas entidades (actores y actantes) conforman una red, donde ninguna partes es más importante que otra. En este sentido, la capacidad de acción (o agencia, como le llama Latour) no depende en exclusiva de ciertos actores ni de ciertos actantes, sino que sería la interacción, continuamente cambiante, de ambos lo que la va perfilando.

Dicho en otras palabras, desde esta perspectiva, no es que el avance de la medicina dependa sólo de quienes desarrollan investigación, o descubren nuevas tecnologías o procedimientos médicos. Se trata de una red que presenta avances (o retrocesos) según sus interacciones.

Toda situación está conectada a través de redes y estas pueden ser objetos, humanos, organizaciones, instituciones, etc. Hablo de esta teoría porque considero que detrás de toda la historia de búsqueda de soluciones y desarrollos médicos existen redes y actores que no permiten generar cierta transformación, redes como el capitalismo, las mega industrias farmacéuticas, la globalización, acumulación de riquezas entre otras más.

Hay muchos actores y actantes que no les ‘conviene’ curar ciertas enfermedades (o que incluso desarrollan otras), que desarrollan ciertas vacunas, al tiempo que dejan de vender una gran cantidad de medicamento; porque si no, toda su red se vería afectada y su progreso político-empresarial (ganar dinero y tener éxito) colapsaría.

Algunas veces he pensado que, tal vez, si hubiera más desarrollo médico mi papá estaría ya curado completamente, pero posiblemente eso no pase con él, ni con nadie, pues para muchos actores esto es perjudicial, sin importar que éste sea un bien para la humanidad.

Como personas comunes y corrientes, estamos acostumbrados a presenciar el avance del desarrollo médico como si “estuviéramos afuera”, como si se tratara de un acertijo del que no sólo no podemos conocer la solución sino que, además, no tenemos la capacidad, ni la formación para ello.

Sin embargo, a la luz de la Teoría del Actor Red he llegado a pensar que, al menos, esta propuesta nos permite, como familiares, hacernos cargo de la parte de la red en la que participamos. Eso me hace sentir parte del proceso, y me hace sentir un poco menos mal.


Referencias

Latour, B. (2008). Reensamblar lo social: Una introducción a la teoría del actor-red. Manantial.

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